El último vampiro
Había una vez un último  vampiro que se llamaba Wilson. Al día era buen hombre, pero siempre en cuando llegaba la medianoche se convertía en un vampiro y chupaba la sangre. Todos tenían  miedo de salir de casa por la noche. Cada día Wilson estaba tristísimo. Tenía un hijo, que se llamaba Tomás. Era un niño muy listo y quería ayudarle. 
En el pueblo vivía un hombre muy viejo y muy sabio. Le dijo a Tomás:  si tu padre a medianoche chupe en lugar de la sangre zumo de frutas, va a transformarse en un hombre. En cuanto Tomás volvió a casa hizo una marioneta de frutas: una cabeza de sandía, un nariz de zanahoria y ojos de ciruelas. La dejó  en la cama.  Y efectivamente, cuando su padre vampiro apareció, se abalanzó a la marioneta de frutas, clavó los dientes en la sandía y chupó el zumo de frutas.  Desde entonces Wilson era una persona como los demás,  nunca se convirtió en vampiro y vivieron juntos muchos años y fueron felices.
Feliz Halloween! Uuuuu……
 
 
Muy bonito el final Pedro.
ResponderEliminarPedro un cuento muy interesante
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